martes, 17 de noviembre de 2009
El cambio climático global dificulta la evolución de las especies
El clima global se está alterando como resultado del aumento de la concentración de gases invernadero (dióxido de carbono, metano, clorofluorocarbonos,…) y de la desaparición de la capa de ozono. “Es más adecuado llamarlo cambio global que cambio climático, porque este término engloba la suma de las causas naturales y causas antropogénicas” explicaba María Segovia, investigadora del Departamento de Ecología de la Universidad de Málaga, que ayer impartió una conferencia titulada Un viaje por los océanos para comprender el cambio climático en el marco del ciclo anual “Encuentros con la ciencia”.
Y es que, cuando se habla de cambios en el clima global, es imprescindible mirar a los océanos. En primer lugar porque un desequilibrio en la dinámica de las corrientes oceánicas debido al efecto invernadero podría tener consecuencias nefastas para el planeta y provocar una nueva era glacial. Y en segundo lugar por el estrés que sufre el fitoplancton marino (las algas microscópicas unicelulares del océano) como resultado del cambio global.
“El fitoplancton ha jugado y juega un papel fundamental en el sistema climático terrestre a través de las eras geológicas”, puntualiza la investigadora, que nos recuerda que estas pequeñas criaturas son muy eficaces retirando el dióxido de carbono de la atmósfera y las capas superficiales del océano hacia el fondo marino, donde el gas permanece secuestrado hasta que las corrientes lo devuelven a la superficie cientos de años después. Sin embargo, son seres extremadamente sensibles a la temperatura del océano y a la radiación ultravioleta. “Si todo el fitoplancton del planeta pereciese hoy, la concentración de CO2 en la atmósfera incrementaría un 35% (200 ppm) en cuestión de pocos siglos”, advierte María Segovia.
Las consecuencias si no se logra frenar el cambio global podrían ser nefastas. “Aquellos organismos que no se adapten se extinguirán; en el escenario actual se produce un cambio tan rápido que las especies no tiene la oportunidad de adaptarse”, comenta Segovia. Si el padre de las teorías de la evolución, Charles Darwin, levantase la cabeza hoy vería “que en la actualidad se extinguen unas 30.000 especies al año, que anualmente se pierden 200.000 kilómetros cuadrados de bosque, y que las selvas tropicales que tanto admiraba quedarán reducidas a una pequeña mancha en el año 2050”, subraya la investigadora malagueña. Además, probablemente le sorprenderían el aumento del nivel del mar, el clima inusual (tormentas, sequías e inundaciones), la sobrepesca, el turismo, la introducción de especies foráneas y la muerte masiva de los arrecifes de coral.
“En el año 1600 los seres humanos eran 500 millones, en el 2050 habrá 10.000 millones”, recuerda Segovia. “En la actualidad se consume el 40% de la producción primaria neta del planeta, es decir casi la mitad de la energía disponible para mantener a todas las especies; simplemente, esta situación no es sostenible”, concluye
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